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¿Me da mi pelota?

Por Osvaldo, 2014-12-05 22:00

Se escucha el grito - “¡Ya la volaste, Güey!”.

Un segundo después, se escucha el golpe contra la pared y varias cosas que caen.

Al siguiente segundo el grito que se escucha es - “¡Tú la pateaste, tú vas!”

Tocan a la puerta y, mientras la abro, se escuchan varios niños corriendo, alejándose de la puerta… todos menos uno, quien por miedo o nervios no supo que hacer.

Abro la puerta y al verme solo dice -“Señor, se me fue la pelota… es aquella, la verde y blanco, ¿me la puede dar?”

Y empiezo a recordar…

Recuerdo como de niños, al jugar en la cochera de mi casa, mi hermano y yo pateábamos tan fuerte la pelota contra la puerta de la cochera que usábamos como portería; recuerdo también que mi padre nos decía -“Mejor ábranla, no la vayan a quebrar”- ya que era de madera. Al abrirla, teníamos una portería según nosotros más grande, y ya no corrimos el riesgo de quebrar la puerta… pero si quebramos (no una, sino varias veces) la ventana de la casa, mismas que con responsabilidad pagábamos.

Por eso no me gusta que hoy, cuando algún niño quiebra algo (ventana, maceta, etcétera) al patear una pelota, los padres lo encubren diciendo - “Él no fue”- (y pienso -“¿Qué pensará el niño al ver y oír eso de sus padres?”)

Recordé como de niño vimos a varios amigos volar la pelota a una casa que no era la suya y también como pedían la pelota; y algunos dueños no la regresaban y como otros la regresaban desinflada… pero también recuerdo que otros la regresaban bien. Cuando no la regresaban, nos entristecíamos y, después de unas horas, buscábamos otra actividad… o buscábamos otra pelota.

Pero hoy cuando alguien no regresa la pelota a los niños, he visto como gritan insultos y lanzan objetos diversos a la casa en cuestión. Trato de decirles las opciones que usábamos en mis ayeres, pero no escuchan. Y el dueño de la casa tampoco. Y la policía que llego por la llamada del dueño da opciones que no son escuchadas. Y los padres de los niños tampoco escuchan.

Nadie escucha.

Por una pelota.

Por una pelota que se pudo usar con toda la fuerza de la juventud en el lugar adecuado, si las plazas o áreas deportivas (y el camino a éstas) estuviera iluminado, para que los niños acudan a ellas a jugar y no afectar a terceros; y así todos estar tranquilos.

Antes, un niño sin pelota en la calle o con pelota pero sin un lugar donde o con quien jugar, era malo.

Hoy, un niño sin pelota en la calle o con pelota pero sin un lugar donde o con quien jugar, sigue siendo malo… o peor.

Por eso, al saber de lugares donde van a cerrar áreas deportivas o cerrar equipos deportivos me pone triste.

Buscarles a los niños, jóvenes y adultos un lugar de recreación de calidad (deportivo, cultural, académico, etcétera) no es fácil, y menos uno que se mantenga. Por eso se deben de mantener y cuidar los ya existentes.

Abandono mis recuerdos y pensamientos mientras tomo en mis manos la pelota verde y blanco.

“Ten tu pelota,” - Le digo al niño al momento en que le lanzo su pelota - “y controla tu fuerza, no la patees tan fuerte”.

“¡Gracias!” - dice el niño mientras da media vuelta para regresar con sus amigos que se ven en la esquina - “¡Ya no la volveremos a aventar!”

Lo miro alejarse e integrarse con sus amigos.

Sé que la volverán a aventar.


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